buscar
videos
Entrevista a W. Goobar en el Noticiero de Telefé
Trailer documental sobre Estela Carlotto
Mujeres, según Galeano
Rmtrevista en Canal Metro
Emtrevista en Canal Metro
ESTELA: Documental de S. Di Florio y W. Goonar

ROBERT MCNAMARA:

Un halcón convertido en paloma

"La actual política nuclear de EE.UU. es inmoral, ilegal, innecesaria y muy peligrosa", dice el ex secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert McNamara .

Por Walter Goobar
“En sólo 20 minutos Geotge W. Bush puede autorizar verbalmente un ataque nuclear que podría desembocar en el fin de la Humanidad”. “Esta afirmación no forma parte de la trama de una película de Hollywood·”, advirtió recientemente el ex secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert McNamara, “sino la frágil realidad de la especie humana que desde hace 40 años está sometida a la amenaza nuclear”.
En un artículo publicado en la última edición de la influyente revista Foreign Policy, McNamara afirma que Estados Unidos tiene que dejar de utilizar las armas nucleares como instrumento de política exterior que es propia de la guerra fría. "Esta polútica es inmoral, ilegal y terriblemente peligroso", afirma este ex halcón que a los 86 años se ha convertido en paloma. Su legendaria arrogancia se ha tornado en una vanidad senil bastante más llevadera.
Planificador de los bombardeos incendiarios sobre decenas de ciudades de Japón durante la II Guerra Mundial, secretario de Defensa durante siete años,(1961-1968) y presidente del Banco Mundial (1968-1981), McNamara, conoce de cerca la realpolitik estadounidense: fue Jefe del Pentágono durante la administración de John F. Kennedy y participó en la crisis de los misiles en Cuba, uno de los momentos en que el mundo estuvo más cerca de una guerra nuclear. Más tarde, con Lyndon B. Johnson en la Casa Blanca protagonizó la escalada bélica en Vietnam y se hizo famoso por llevar una fria contabilidad de los muertos del Vietcong. En ese sentido, cuando McNamara hace un llamado urgente para que su país cambie de política nuclear, sabe de lo que habla.
Este hombre de 86 años, que hace una década se dió la razón a quienes se opusieron activamente a la guerra de Vietnam, ahora afirma en a Foreign Policy que "a riesgo de parecer simplista y provocador, considero que la política actual de Washington en materia nuclear es inmoral, ilegal, militarmente innecesaria y terriblemente peligrosa."
;McNamara asegura que "la posibilidad de un lanzamiento nuclear fortuito o inadvertido tiene una dimensión inaceptable". El veterano político asegura que "la Administración Bush, en vez de reducir ese peligro, ha declarado que está decidida a mantener este tipo de arsenal como puntal de su poder militar, lo que constituye una violación a las normas internacionales que limitan, desde hace 50 años".
La doctrina nuclear estadounidense actual está en vigor desde antes de que McNamara fuera secretario de Defensa.
La publicación de la nota coincide con la Conferencia de Naciones Unidas para revisar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que tras un mes de deliberaciones, concluyó sin consenso en ninguno de los asuntos centrales en debate, empezando por el desarme, desde luego.
 
LICENCIA PARA ANIQUILAR
En la actualidad EE.UU. tiene desplegadas unas 4.500 ojivas nucleares ofensivas estratégicas. Rusia tendría unas 3.800, mientras que las fuerzas estratégicas del Reino Unido, Francia y China entre 200 y 400. India y Pakistán tendrían menos de 100, se desconoce cuántas tiene Israel, mientras que Corea del Norte tendría capacidad para producir entre dos y ocho.
“Cada ojiva nuclear estadounidense”, dice McNamara, posee una capacidad destructiva diez veces superior a la bomba lanzada sobre Hiroshima. Y de las 8.000 ojivas activas de EE.UU., 2.000 están dispuestas para ser lanzadas en 15 minutos. Para McNamara, Estados Unidos nunca ha adherido a la política de "no golpear primero", pese a que la potencia sería lo suficientemente fuerte para absorber cualquier ataque nuclear y luego infligir un daño "inaceptable" a sus oponentes.
"Es chocante que hoy en día, más de una década después del fin de la Guerra Fría, la política nuclear básica de EE.UU. no haya cambiado”, sostiene McNamara quie también es la figura central del documental “Niebla de guerra”, galardonado con un Oscar..
“Los planes y procedimientos no se han revisado para convertir a Estados Unidos y otros países menos propensos a apretar el botón. Como mínimo deberíamos remover todas las armas nucleares estratégicas en estado de alerta extrema. Ese simple cambio reduciría mucho el riesgo de un accidente nuclear", agrega McNamara, quien advierte que es imposible presumir que las armas nucleares podrían usarse en forma "controlada".
McNamara también cuestiona los objetivos a mediano plazo fijados por EE.UU. y Rusia, de tener entre 1.700 y 2.200 ojivas nucleares cada potencia en 2012, porque el intercambio de 3.200 ojivas nucleares tendría un poder destructivo 65.000 veces superior a la bomba de Hiroshima, es decir, asegura la destrucción total. Además, considera contradictorio que la administración Bush esté desplegando programas para modernizar su fuerza nuclear, financie investigaciones militares en la materia, practique experimentos subterráneos en el futuro, y desarrolle armas nucleares de capacidad limitada.
El ex jefe del Pentágono vaticina que si Estados Unidos continúa con su posición actual, con el tiempo, es casi inevitable que se produzca una proliferación considerable de armas nucleares. Es muy probable que países como Egipto, Japón, Arabia Saudíta, Siria y Taiwan emprendan sus propios programas y que, como consecuencia, aumente el peligro de utilización de las armas y de que éstas y los materiales fisibles caigan en manos de Estados descontrolados o terroristas.
McNamara  es escalofriantemente  realista: “hay más del 50% de probabilidades de que, en la próxima década, se produzca un ataque nuclear contra objetivos estadounidenses". Y yo comparto sus temores.”
McNamara relata que cuando él era secretario de Defensa, un alto jefe militar acarreaba un teléfono consigo, las 24 horas del día, los siete días a la semana, los 365 días del año. Ese teléfono estaba conectado con un cuartel subterráneo y con el Presidente, adonde quiera que fuera. El Presidente siempre tenía a mano códigos nucleares en un maletín portado por un oficial militar.
El jefe militar debía contestar no más allá del tercer "ring" cuando se lo requería por una amenaza nuclear. Si lo llamaban porque estaba en curso un ataque, tenía de dos a tres minutos para decidir si la advertencia era válida ("con los años, EE.UU. ha recibido muchas falsas alarmas", dice McNamara), y de ser así, cómo se debía responder. Entonces disponía de diez minutos para decidir qué recomendar, luego debía advertir al Presidente, permitirle discutir la situación con dos o tres consejeros, recibir la decisión del Presidente y pasarla a los sitios de lanzamiento.
El presidente tenía dos opciones; decidir cómo evitar el ataque y postergar la represalia, u ordenar un ataque inmediato hacia los blancos enemigos. McNamara estima que este procedimiento no ha cambiado.
McNamara conoce como pocos las entrañas del complejo militar-industrial  norteamericano. Sus puntos fuertes y sus flancos débiles;
Fue profesor en Harvard antes de firmar contrato con la automotriz Ford, de la que llegó a ser primer presidente que no era miembro de la familia fundadora.  Llevaba sólo cinco semanas al frente de Ford cuando recibió la oferta de John F. Kennedy para ser secretario de Defensa. Fue una decisión difícil, porque suponía pasar de un salario anual de 800.000 dólares a sólo 25.000, pero aceptó el reto.
Pese a su papel el la crisis de los misiles y el bloqueo a Cuba, en octubre de 2002 desafió las leyes norteamericanas  y viajó a La Habana para asistir a una conferencia en conmemoración del cuadragésimo aniversario de la crisis de misiles.
 
LA RESPUESTA DE FIDEL
Ahora, al final de su vida, alerta contra el formidable aparato bélico que el contribuyó a crear.
McNamara cuenta que durante uno de sus viajes a Cuba le preguntó a Fidel Castro si durante la Crisis de los Misiles de 1962 habría recomendado al premier soviético Nikita Kruschov que  utilizase las armas ante una invasión estadounidense y, de ser así, cuál creía que hubiera sido la reacción de Estados Unidos. "Partíamos del supuesto de que, si se invadía Cuba, estallaría la guerra nuclear", replicó Castro. "Estábamos seguros de ello Nos habríamos visto obligados a pagar el precio de desaparecer". "¿Habría estado dispuesto a utilizar las armas nucleares? Sí, habría aprobado el uso de armas nucleares". Y añadió: "Si el señor McNamara o el señor Kennedy hubieran estado en nuestro lugar, y hubieran visto su país invadido, o que iba a sufrir una ocupación, creo que habrían usado armas nucleares tácticas", le respondió Castro.
 
IMPOSIBLE VENCER
"Trabajo en asuntos relacionados con la estrategia nuclear y los planes bélicos de Estados Unidos y la OTAN desde hace más de cuarenta años. Durante ese tiempo no he visto jamás un papel que esbozara un plan en el que Estados Unidos o la Alianza fueran los primeros en usar armas nucleares y ello les beneficiara", escribe McNamara, desilusionado con la “doctrina del primer golpe”. . " Utilizar las armas contra un adversario dotado de arsenal nuclear sería suicida. Utilizarlas contra un enemigo no nuclearizado sería militarmente innecesario, moralmente repugnante y políticamente indefendible", sentencia el ex jefe del Pentágono.
 
 
“A estas conclusiones llegué poco después de que me nombraran secretario de Defensa. Aunque creo que los presidentes demócratas John F. Kennedy y Lyndon Johnson compartían mi opinión, no podíamos decir estas cosas en público porque estaban en abierta contradicción con la política fijada en la OTAN”, escribe McNamara.
“Después de salir del Departamento de Defensa fui presidente del Banco Mundial. Durante mis 13 años de mandato, de 1968 a 1981, al ser funcionario de una institución internacional, tenía prohibido hacer comentarios públicos sobre asuntos relacionados con la seguridad nacional de Estados Unidos. Al retirarme del banco empecé a reflexionar sobre la mejor forma de aprovechar mi experiencia de siete años como secretario de Defensa para ayudar a que se comprendieran mejor los temas con los que comencé mi trayectoria en el servicio público”, cuenta McNamara y confiesaque hoy está  convencido  de que “no hay forma de contener un ataque atómico, de impedir que cause una tremenda destrucción de vidas y propiedades civiles, y no existen garantías contra una escalada sin límites una vez que se produce el primer ataque”.
Revista Veintitrés Internacional

libros
El tercer atentado
El caso de los dos atentados perpetrados en la Argentina, combina muchos de los temas más candentes de nuestra historia reciente: terrorismo internacional y terrorismo de Estado, espionaje, asesinatos políticos...
Osama Bin Laden El banquero del terror
Los mitos y las historias verdaderas sobre Osama Bin Laden se arremolinan en la imaginación de millones de seres humanos como el humo de las Torres Gemelas...
Copyright 2011 -- Todos los derechos reservados