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LOS ATENTADOS DEL 11-S

Un año después

Un año no ha sido suficiente: lo que sabemos y lo que ignoramos sobre la oscura trama del 11 de setiembre no ha variado demasiado. La preparación y ejecución de los atentados está rodeada de certezas y misterios por partes iguales. Identidades, entrenamiento, armas, financiación, lo que sucedió dentro y fuera de los aviones cuando aún estaban en el aire, lo que los investigadores dan por seguro, lo que refutan y lo que dudan.

Por Walter Goobar
Existen muchas zonas oscuras y el camino de la investigación se ramifica pero resulta cada vez es más evidente que los responsables hay que buscarlos entre los beneficiarios políticos y empresariales del nuevo orden de bases totalitarias que comenzó a edificarse en el preciso instante en que se produjo el derrumbe de las Torres Gemelas, que no en vano eran el símbolo del capitalismo moderno. Conspiraciones como los magnicidios de John F. Kennedy en EEUU, de Yitzhak Rabin en Israel o de Olof Palme en Suecia no son crimenes pasionales, sino que fueron intentos fríos y racionales de alcanzar metas prefijadas empleando los métodos más efectivos de los que se dispone.
Nadie duda que el 11 de setiembre requirió años de planeamiento, fue una operación ejecutada con sumo cuidado y profesionalismo y estuvo acompañada por una operación de acción psicológica –que incluyó los ataques con antrax-, destinada a convencer a los norteamericanos que EEUU tiene un enemigo creíble y sofisticado con los motivos, los medios y la oportunidad necesaria para perpetrar actos devastadores. No caben dudas de que los autores contaron con capacidad para coordinar todos los elementos necesarios para perpetrar una operación que implicaba violar la seguridad aeroportuaria en varios frentes, bloquear las comunicaciones sin que los pilotos lograran dar la alarma, desaparecer de las pantallas de radar, guiar aviones comerciales a blancos prefijados, evadir posibles contramedidas.
Con independencia de su existencia real, Al Qaeda y Osama Bin Laden parecen cada vez más sofisticadas leyendas montadas para protagonizar el papel de un enemigo feróz y creible contra los intereses de EEUU. Esto no quiere decir que Bin Laden en persona sea un invento total. Lo que parece más probable es que sus adeptos, creyendo realemente que actúan en nombre de Bin Laden, hayan sido manipulados para ejecutar operaciones bajo falsas banderas que en realidad eran adecuadas para sus agentes de control. En ese caso, cabría preguntarse quienes son esos controlantes? No hay una respuesta definitiva, pero si uno toma como modelo organizaciones del Medio Oriente como Hamas o Hezbollah, no cuentan con valijas nucleares (fabricadas en EEUU, esporas de antrax (fabricadas en EEUU), pilotos suicidas (entrenados en escuelas de aviación ligadas a la CIA), tampoco han realizado ensayos de ataques con armas químicas con labradores (una raza que no existe en Afganistán y que es la favorita de los norteamerivanos), ni cuentan con aparatos de inteligencia económica tan sofisticados como para beneficiarse de sus propios atentados. Aúnque perpetran atentados sucidas, Hezbollah o Hamas evitan atacar intereses norteamericanos porque no serviría a sus intereses. En ese sentido, resulta cuanto menos llamativo –sino sospechoso- que Al Qaeda le asigne -desde la retórica o desde la acción-, tan poca importancia a la lucha contra Israel y el sionismo. La única respuesta posible es que Al Qaeda – a diferencia de Hamas o Hezbollah-, esta destinada a encarnar el papel de amenaza creible para los intereses norteamericanos donde esta no existía.
LA ESPECULACION QUE NO EXISTIO
Las operaciones de Bolsa que ocurrieron los dias previos al 11 de setiembre involucraron a las empresas que resultarían más golpeadas por los ataques –como United Airlines, American Airlines, Morgan Stanley, Merrill Lynch y otras- indican que en Wall Street había gente bien informada que tenía acceso a información privilegiada. Por cierto que no se trataba de gente vinculada a las redes de Bin Laden. Resulta imposible creer que la CIA y otras agencias que monitorean las Bolsas y hacen inteligencia económica no notaran que las opciones a futuro de United treparon noventa veces por sobre el normal entre el 6 y el 10 de setiembre, y 285 veces por encima del promedio el jueves antes del ataque; que las opciones de American Airlines sufrieron un salto de 60 veces por sobre lo normal en el dia previo al atentado. Ocurrió lo mismo con las opciones de venta de las acciones del primer corredor de bolsa del mundo, Merrill Lynch & Co.: fueron multiplicadas por 25. La sede de Merrill Lynch & Co. se encuentra en un edificio cercano al World Trade Center, que amenaza con derrumbarse. Maniobras del mismo tipo fueron registradas con las opciones de venta de las acciones de los grupos de seguros involucrados: Munich Re, Swiss Re y Axa.
La Comisión de Control de Operaciones Bursátiles de Chicago fue la primera en dar la alarma. Comprobó que en la Bolsa de Chicago los "iniciados" habían logrado 5 millones de dólares de ganancias con United Airlines, 4 millones con American Airlines, 1.2 millones con Morgan Stanley Dean Witter & Co. y 5.5 millones de dólares con Merrill Lynch & Co. Las ganancias logradas alcanzarían varios centenares de millones de dólares, lo que constituye el mayor delito por aprovechamiento ilícito de informaciones privilegiadas jamás cometido.
Los investigadores financieros establecieron que la mayor parte de las transacciones pasaron por el Deutsche Bank y su sucursal estadunidense de inversiones, la empresa Alex Brown, mediante un procedimiento que asegura el anonimato de quienes realizan las transacciones.
Hasta 1998 la sociedad Alex Brown fue dirigida por A.B. Krongard, un personaje bastante singular. Capitán de los marines, apasionado por el tiro y las artes marciales, este banquero se convirtió en asesor del director de la CIA y desde el 26 de marzo último es el número tres de esa agencia de inteligencia estadunidense. Teniendo en cuenta la importancia de la investigación emprendida por la Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO) y de la influencia ejercida por A.B. Krongard, era lógico imaginar que la sociedad Alex Brown se iba a mostrar dispuesta a cooperar sin problema con las autoridades para facilitar la identificación de los "iniciados". Sin embargo, la investigación internacional, encabezada por la IOSCO, está estancada y no se ha detectado elemento alguno que permita relacionar las sociedades controladas por el líder islámico con los delitos de aprovechamiento de informaciones privilegiadas del 11 de setiembre.
EL AVION QUE NO EXISTIO
La versión oficial siobre el ataque contra el Pentágono no se sostiene. Nadie ha explicado como un Boeing 757 pudo volar 500 kilómetros hacia el Pentágono sin ser detectado. En la espantosa impostura, el investigador francés Thierry Meyssan quie ya puso en tela de juicio la caída del avión de American Airlines sobre el Pentágono, vuelve ahora al ataque con Pentagate, un segundo libro donde profundiza su teoría de que no existió un avión que se estrelló contra el Pentágono: Según Meyssan todo es producto de una "maniobra" militar que busca camuflar una explosión en el Pentágono que fue obra de un complot o un intento de golpe de Estado del aparato militar estadounidense.
Según el Pentágono, los únicos "restos" del aparato que se recuperaron fueron "las cajas negras" y un "faro", pero Meyssan presenta varios documentos fotográficos acompañados por una detallada investigación en torno a la versión oficial, los testigos, las víctimas y las luchas internas en el Pentágono. Lo primero que desmiente Pentagate es que el avión de American Airlines "dio media vuelta" para dirigirse con rumbo a Washington. Meyssan concluye que esta información es falsa por cuanto las comunicaciones y el rastreo del aparato se cortaron a las 8:50 de la mañana. ¿Cómo puede entonces afirmarse que un avión dio media vuelta cuanto ha desaparecido de los radares?, pregunta el autor. El segundo argumento se refeier al "corte" de las comunicaciones entre el avión y la torre, un gesto "poco común" e inexplicable para Meyssan, ya que al desaparecer de los radares el avión debía ser rastreado por los controladores.
Es imposible que un Boeing 757 pueda entrar al espacio aéreo del Pentágono sin ser detectado por los radares y los satélites y sin ser destrozado por una de las cinco baterías antiaéreas que protejen el edificio. Las fotografías de los daños en el frente del edificio tampoco muestran rastros del fuselaje del avión, lo que alimenta la hipótesis de que el edificio fue atacado por un misil. Esta teoría se ve fortalecida por el testimonio de un controlador aéreo que ha declarado haber visto en el radar un objeto que se desplazaba a 800 kilómetros por hora dirigiéndose hacia la Casa Blanca y luego desviando su curso hacia el Pentágono. Según Danielle O’Brien, uno fde los controladores aéreos el aeripueryto Dulles de Washington, "La velocidad, la maniobrabilidad, la forma en que dio vuelta, nos hizo pensar que se trataba de un avión militar".
Todas las observaciones y testimonios apuntan a un avión militar o a un misil aire –tierra AGM-86C de última generación equipado con cabezas de uranio empobrecido y guiado por un sistema de posicionamiento global (GPS). ¿Cómo explicar que la defensa aérea no haya sido utilizada?", se pregunta Meyssan. Para él, la única respuesta que cabe es: no fue un avión lo que chocó contra el Pentágono sino un misil cuyo "código" interno fue identificado como "aliado" por las baterías antimisiles del Pentágono y ello llevó a que los militares no reaccionaran. Si el Pentágono hubiese sido alcanzado por un misil, se cae de maduro que el autor del atentado no sería Bin Laden sino alguna estructura militar o de inteligencia de los EEUU.
LOS KAMIKAZES QUE NO FUERON
Ni siquiera la verdadera identidad de los secuestradores está confirmada. Las falsas identidades, el uso de seudónimos y los pasaportes falsos son una de las armas utilizadas por Al Qaeda. Algunos de los 19 secuestradores identificados por el FBI podrían, en realidad, no haber embarcado en aquellos vuelos, prestando su identidad a otros agentes en el momento del check in. Un sistema utilizado para no hacer morir a los líderes de la operación como kamikazes y seguir utilizándolos en el futuro.
Mohamed Atta, que se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center, Marwan Al Shehhi, que estaba a bordo del vuelo que destruyó la Torre Sur, y Ziad Al Jarrah, el kamikaze del vuelo 93 que se estrelló en Shankesville (Pensilvania), frecuentaban la mezquita Al Quds de Hamburgo (Alemania). Los tres de Hamburgo siguieron, desde julio a diciembre de 2000, lecciones de pilotaje en Estados Unidos, pero sólo en aviones de turismo. En el mes de diciembre de 2000 hicieron un único ensayo de vuelo -de tres horas de duración- en un gran avión de línea, pero a bordo de un simulador, en Florida. Después compraron un curso de vídeo para pilotos de avión de línea. Un entrenamiento aproximativo y, según muchos expertos, insuficiente para llevar a cabo con éxito la compleja navegación del 11 de setiembre.
Todavía no está claro dónde querían estrellar el cuarto avión, el vuelo 93 de la United Airlines que se precipitó al suelo en Pensilvania. El objetivo estaba probablemente en Washington, pero ni se ha podido demostrar si era el Congreso, la Casa Blanca, la sede de la CIA en Langley, Camp David, o la vecina central nuclear de Three Mile Island ¿El avión se estrelló como producto de una revuelta a bordo o fue abatido por un caza que había despegado de la base de Andrews? Los pilotos de los cazas que persiguieron al vuelo 93 tenían órdenes de sacrificar vidas en el aire para salvarlas en tierra. Eso incluía, como medida extrema, estrellar sus propios aparatos contra los vuelos comerciales. La posición de los restos del vuelo 93 -esparcidos en una zona muy amplia- avalaría la hipótesis de que fue abatido por el caza.
LOS MUERTOS QUE NO FUERON
¿Cuánta gente murió dentro de las Torres Gemelas? La cifra definitiva es aún borrosa. Hace un año se informó de 6.729, pero el número se aproxima realmente a los 2.800. sin embargo, casi 12 meses después del ataque
contra el World Trade Center (WTC), los números y los nombres siguen bailando.
Mientras el listado de víctimas del Pentágono (184) y las del avión de
Pensilvania (40) no ha sufrido variaciones, equipos de detectives y
forenses de varios países llevan un año tratando de descifrar quién murió
realmente bajo el amasijo de cemento y acero de las Torres Gemelas. La
última estimación de los forenses, que será la utilizada en el acto del
aniversario, reducía el número a 2.819. Este dato está muy por debajo de
los cerca de 6.800 nombres que figuraban a mediados de septiembre del año
pasado.
De éstas, tan sólo 1.379 son muertes confirmadas gracias a las pruebas de
ADN. Los 1.350 restantes han sido reconocidos como muertos por las
autoridades, después de que sus familiares reclamasen sus certificados de
defunción. La suma de ambas cifras es 2.729, muy por debajo de los 2.819.
Los casi 100 restantes son un grupo impreciso de desaparecidos, cuyo
paradero en el momento de los atentados se desconoce.
La semana pasada, George Sims comenzó a despertar de su amnesia en un
hospital de Nueva York, donde era tratado por esquizofrenia.Aunque su madre
temía que hubiese fallecido bajo las Torres, se había resistido a reclamar
certificados oficiales e indemnizaciones.
EL HOMBRE MAS BUSCADO
A mediodía del 11 de noviembre Osama Bin Laden estuvo en un centro uslámico de Jalalabad.Fue la última vez que apareció en público. Desde entonces, su organización ha difundido vídeos con su imagen difíciles de autentificar y de fechar; los expertos han barajado todo tipo de teorías sobre su paradero y EE UU ha gastado miles de millones de dólares en seguir su pista. Pero el velo de misterio no ha sido descubierto. Hay muchas hipótesis, pero ninguna certeza: ¿Está vivo o está muerto? Si está vivo, ¿dónde se esconde? ¿Resultó herido en la ofensiva sobre Tora Bora? ¿Está enfermo? ¿Cuándo se grabaron los vídeos que difundió la televisión árabe Al Yazira? ¿Quién lo protege? ¿Sigue al frente de Al Qaeda? ¿Han estado a punto de capturarlo alguna vez?
Si ha logrado sobrevivir a la ofensiva sobre Afganistán, casi todas las
miradas apuntan hacia los mismos lugares: la zona tribal de
Pakistán o Karachi, una ciudad de 12 millones de habitantes que es un auténtico territorio sin ley. August Hanning, el jefe de los servicios secretos alemanes, se pronunció en el mismo sentido en unas declaraciones al diario Welt am Sonntag. 'Estamos convencidos de que Bin Laden vive', dijo el responsable del espionaje alemán, quien señaló que la frontera entre Pakistán y Afganistán es 'muy probablemente' el lugar que había escogido para esfumarse.
La zona tribal de Pakistán fronteriza con Afganistán, de 1.500 kilómetros de largo y 150 de ancho, es un conjunto de montañas áridas y valles profundos salpicados de pequeñas aldeas. Sus habitantes son pastunes de
religión musulmana -la mayoría de los talibanes pertenecían a esta etnia- y
se rigen por un código milenario, el pashtunwali, que domina todos los
aspectos de su vida. Tienen su propio sistema judicial, sus propias
milicias y la autoridad del Gobierno de Islamabad raramente se impone.
Junto a la agricultura y la ganadería, las principales fuentes de
subsistencia son el secuestro, el contrabando y el tráfico de drogas. Para
atravesar la región es necesario un salvoconducto de las autoridades
tribales y los extranjeros deben ir acompañados por milicianos pastunes
armados.
LA CACERIA QUE NO FUE
Todo indica que Bin Laden tenía su huida planeada antes de los atentados
del 11-S, pero hubo un momento, a finales de 2001, en que estuvo a punto de
caer en manos del enemigo. EE UU y sus aliados lo tenían localizado y
pensaron que estaba rodeado. Pero se equivocaron. Casi todos los expertos
creen que en Tora Bora, al otro lado de las Montañas Blancas, en el este de
Afganistán, las tropas de EE UU y el Reino Unido estuvieron a punto de
capturarlo. Aquella región fue el objetivo de una impresionante ofensiva a
finales de noviembre y principios de diciembre de 2001.
Otros, en cambio, creen que Bin Laden no sobrevivió a los bombardeos. 'Osama Bin Laden ha muerto', ha dicho el periodista Amir Taheri. 'La noticia vino primero de Afganistán y Pakistán hace unos seis meses: el fugitivo murió en diciembre y fue enterrado en las montañas de Afganistán. Lo que queda de la banda de Bin Laden ha permanecido en silencio para mantener vivo su fantasma o porque no han podido comunicarlo. Con un ego tan grande como el Everest, OsamaBin Laden no habría podido permanecer en silencio durante tanto tiempo si siguiese vivo', agregó. Sin embargo, como todas las noticias en
torno al líder de Al Qaeda, se trata de especulaciones. Sin pruebas, sin
cadáver, esté donde esté, todavía no ha acabado la cacería.
Se suponía que las cavernas de Tora Bora iban a ser la tumba de Al Qaeda y de Bin Laden, sin embargo en el momento en el que pareció que el cerco iba a dar resultado, los norteamericanos lo dejaron escapar:. En el libro La Base
La periodista británica Jane Corbin revela que Fuerzas especiales británicas tuvieron a Bin Laden a su alcance en Tora Bora. Unos 70 miembros del Special Boat Squadron (SBS) estaban realizando una operación encubierta cuando recibieron una información completamente fiable, sobre el lugar en el que se escondía Bin Laden. Pero estaban bajo mando de EE UU y los miembros de la Delta Force -sus rivales estadounidenses- se encontraban en la zona. Los generales estadounidenses quisieron que fueran sus propios hombres los que capturasen al líder de Al Qaeda. Cuando pusieron en marcha la operación era demasiado tarde. Para EEUU el mejor enemigo es el enemigo vivo.
LA VIDEOTECA DE OSAMA
Después de varias poco convincentes confesiones de Bin Laden que uno de cada tres norteamericanos descreyeron, la maquinaria de manipulación mediática ha preparado un nuevo ejercicio: un bien alimentado labrador, es sometido a un experimento con armas químicass. Por una parte,esa raza que es la favorita de los norteamericanos es tan abundante en Afganistán como un camello en Washington. Resulta poderosamente sospechoso que los técnicos de Bin Laden eligieran un perro de raza para demostrar su capacidad de exterminio, a menos que el video fuera destinado justamente a expectadores estadounidenses amantes de esos caninos. Los supuestos videos de Osama dejan demasiadas preguntas sin respuesta y sólo sirven a la Casa Blanca para ampliar la guerra contra el terrorismo. En ese sentido, sólo los muertos han visto el final de esta guerra.
Revista Veintitrés
 

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