Su apego a las normas básicas del periodismo de investigación han convertido a Seymour Hersh en el periodista más famoso de Estados Unidos. Sólo lo superan Bob Woodward y Carl Bernstein, los descubridores del escándalo de Watergate, pero mientras ellos se convirtieron en parte del establishment que redacta biografías complacientes, las investigaciones de Hersh son más letales paraGeorge W. Bush que la insurgencia en Irak.
Walter Goobar
Su apego a las normas básicas del periodismo de investigación han convertido a Seymour Hersh en el periodista más famoso de Estados Unidos. Sólo lo superan Bob Woodward y Carl Bernstein, los descubridores del escándalo de Watergate, pero mientras ellos se convirtieron en parte del establishment que redacta biografías complacientes, las investigaciones de Hersh son más letales paraGeorge W. Bush que la insurgencia en Irak. En los últimos 30 años ha escrito ocho libros y numerosas investigaciones sobre seguridad nacional que han tenido enormes repercusiones.
El septuagenario reportero que trabaja en una modesta oficina de dos cuartos en la avenida Connecticut de Washington, es el periodista que ha descubierto el lado más oscuro de todas las guerras y operaciones encubiertas de EEUU a lo largo de las tres décadas que abarcan las guerras de Vietnam y de Irak.
Su primer gran reportaje fue en 1969: La historia de la matanza realizada por soldados estadounidenses en una aldea de Vietnam, llena de mujeres y niños, conocida después como "la masacre de My Lai". Las víctimas fueron 350 mujeres, ancianos y niños. Sin embargo, ningún diario o revista importante aceptó publicarlo.
Al final, una pequeña agencia de noticias, el Dispatch News Services, que dirigía su vecino, aceptó distribuirlo . Treinta y seis periódicos optaron por reproducirlo, incluido The New York Times.
En 1970, por la historia de My Lai, Hersh ganó el Premio Pulitzer. Su investigación sobre My Lai fue un factor decisivo en el debate sobre la guerra de Vietnam.
En 1972 reveló que la campaña secreta de bombardeos contra Vietnam del Norte había sido autorizada por el gobierno de Richard Nixon. En septiembre de 1974, escribió una serie de reportajes en los que denunció los planes de la CIA para desestabilizar al gobierno de Salvador Allende en Chile; los programas de la CIA para asesinar a líderes extranjeros, como Fidel Castro y Patricio Lumumba y el espionaje contra los estadunidenses que se oponían a la guerra de Vietnam. Gracias a esos reportajes, el Congreso realizó la primera investigación sobre las operaciones encubiertas de la CIA.
En 1983, Hersh publicó "El precio del poder", un best-seller sobre el papel de Henry Kissinger como jefe del Consejo de Seguridad Nacional durante el gobierno de Nixon. Sobre la responsabilidad que tuvo Kissinger en Vietnam y Chile, Hersh escribió: "Cuando el resto de nosotros nos vamos a dormir, contamos ovejas. El tiene que contar pequeños bebés desfigurados y quemados". Siguieron otros libros: "El blanco está destruido", en el que cuenta cómo aviones soviéticos de combate derribaron un avión de pasajeros de la Korean Airlines, y "La opción Sansón", acerca del programa secreto de armas nucleares de Israel.
En 1995 volvió al centro de la polémica con El lado oscuro de Camelot , un libro sobre los Kennedy en el que defiende sin ambigüedades las incursiones de la prensa en las alcobas de los poderosos.
Hersh retrata a John Kennedy como un adicto a la promiscuidad sexual y argumenta que "una de las razones para informar acerca del sexo es que éste es un determinante del carácter. "Si uno engaña a su mujer, también puede mentir sobre la crisis de los misiles".
Kennedy -afirma Hersh- recurrió a la misma temeridad para enmascarar sus aventuras amorosas clandestinas que la que empleó para ocultar las operaciones encubiertas y las actividades de los servicios de inteligencia. El mismo razonamiento empleó Hersh en el affaire que protagonizaron el presidente Bill Clinton y la becaria Mónica Lewinsky.
El 30 de abril de 2005 The New Yorker publicó un artículo titulado escuetamente "Tortura en Abu Ghraib". Hersh había obtenido el informe secreto de 53 páginas que describía numerosos casos de "abuso criminal sadista, descarado e injustificado", perpetrado por soldados y por miembros de la inteligencia estadounidense. Con la publicación de los detalles de la tortura dentro de la cárcel iraquí de Abu Ghraib, Hersh puso en jaque a uno de los hombres del Presidente, el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld que debió renunciar.
En 2005, Hersh reveló que EE UU estaba realizando operaciones secretas en Irán para localizar blancos de un futuro ataque. En 2006, reveló que el Gobierno estaba estudiando la posibilidad de realizar un ataque con armas atómicas sobre Irán, y también informó de que EE UU había instado a Israel a planear y ejecutar la guerra contra Líbano, en la que murieron más de un millar de civiles libaneses. Más recientemente, ha escrito sobre el apoyo de EE UU y Arabia Saudita a los jihadistas sunitas de Líbano.
A lo largo de los años Hersh ha tejido una fina red de fuentes en los niveles medios de la inteligencia, las fuerzas armadas y la burocracia estadounidenses, quienes en muchos casos exigen que se les garantice el anonimato.
En los textos de Hersh uno encuentra con frecuencia, por ejemplo, "un miembro del Comité me dijo", ó "un oficial del Pentágono me dijo". Sin embargo, cada fuente anónima para el lector tiene nombre, apellidos y teléfono para el director de la revista y el editor de la historia, que habla con sus fuentes, confirma una a una las declaraciones utilizadas y repasa todos los datos mencionados, asegura Hersh, que trabajó más de una década para The New York Times.
En el presente la rivalidad con Bob Woodward sigue viva, pero es Herh quien hace historia. En una época gobernada por la información fragmentada e instantánea, por el interés predominante de las revistas en las celebridades, el hombre aún conserva en su interior el fuego y las ideas que animaban los años sesenta. Su principal arma son las fuentes que cultivó durante treinta años.
Revista 7 Días
6-OCT-2007