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DELIRIOS MISTICOS EN TIERRA SANTA

El síndrome de Jerusalén

Desde hace 15 años el hospital psiquiátrico de Kfar Shaul atiende al casi medio centenar de turistas que anualmente sufren el síndrome de Jerusalén y se piran al llegar a los lugares citados en el Antiguo y Nuevo Testamento.

Por Walter Goobar, enviado especial Jerusalén
No es un espejismo: En medio del desierto de Judea, ubicado entre Jerusalén y Jericó un tipo en pelotas pretende purificarse entonando salmos y recitando el Apocalípsis. No es un beduino. Tiene facciones europeas. Cuando los conserjes de los hoteles, los guías turisticos o la policía de Jerusalén ven a un tipo que sale del hotel envuelto en una sabana o en las cortinas del cuarto y comienza a vagar por las calles con la mirada extraviada, ya sáben lo que tienen que hacer: desde hace 15 años el hospital psiquiátrico de Kfar Shaul atiende al casi medio centenar de turistas que anualmente sufren el síndrome de Jerusalén y se piran al llegar a los lugares citados en el Antiguo y Nuevo Testamento.
   Los síntomas suelen aparecer al día siguiente de la llegada a la ciudad, con un nerviosismo o una ansiedad inexplicables. Si vienen en grupo o con familiares sienten de pronto la necesidad de estar solos y se apartan de los demás. Pronto comienzan a realizar actos de purificación y abluciones, como baños y duchas, o inmersión en aguas rituales. A menudo cambian de ropa, con clara preferencia por las túnicas blancas porque quieren parecerse a los personajes bíblicos del Nuevo o del Antiguo Testamento con los que se identifican. Las mujeres siempre quieren emular a heroinas bíblicas -en una misma semana tuvieron trespacientes que se creían la Vírgen María-, y los hombres a algún santo varón de las Escrituras.
 La Semana Santa y la Pascua judía son uno de los puntos cíticos en que  recrudecen los casos de síndrome de Jerusalén. Le siguen otras festividades religiosas como Navidad, el Año Nuevo judío, o bien los meses de grandes calores de julio y agosto. Kfar Shaul ha tenido pacientes que se identificaban con Cristo y con Juan Bautista, pero los casos más famosos son los de un fisicoculturista canadiense que se creía Sansón y que quiso fugarse de la clínica atravesando una pared y una argentina que bailó desnuda en la cuidad proclamándose "la reina de la noche y la primavera".
  Algunos enfermos se hacen adeptos de la medicina mágica, practican  ritos religiosos propios, inventan oraciones personales o adoptan costumbres excéntricas. Además de los que se identifican con figuras bíblicas, están los que pretenden difundir una idea religiosa o política, o traer la paz en el mundo: En general, la víctima del síndrome de Jerusalén tiene un propósito definido como el caso de un californiano que vino a buscar la vaca roja mencionada en el versículo 19 del Números de la Biblia. Otros persiguen fines políticos, como Dennis Rohan, un jóven turista cristiano de nacionalidad australiana que en 1974 incendió la mezquita Al Aksa. David Koresh, el autoproclamado mesías que murió en el sitio de Waco, Texas, también había pasado un tiempo en Jerusalén.
  Están también los que, sin estar locos, se creen dueños de la verdad y en eso -dicen los médicos- no se diferencian demasiado de muchos religiosos que pululan por las calles. Durante su quinta visita a la Ciudad Santa, un maestro danes sintió que podía comunicarse directamente con Jesús. Sin embargo, cuando se puso a conversar a gritos con la Vírgen María, a quien veía sentada en el techo de la mezquita de Omar, se generó un altercado de proporciones con los guardias y el desdichado danés terminó hospitalizado en Kfar Shaul.
INVADIDA POR MESIAS
   Con sus 3.000 años de historia, Jerusalén es el depósito de los recuerdos colectivos de la Humanidad. Aquí se pusieron las primeras piedras de la civilización occidental, y fue aquí donde surgió la chispa del monoteísmo. Moisés y Hammurabi establecieron en estas tierras los principios fundamentales del gobierno legítimo, que grabaron en tablas para que todos los respetaran. Pero Jerusalén es una ciudad dura para vivir, fanática, llena de guetos de diferentes religiones y fundamentalismos de todos los signos. Es una ciudad que se vacía a las siete de la tarde. Un sitio donde los israelíes transitan con el permanente temor a un atentado suicida o que un árabe les clave un cuchillo en la espalda, mientras que los árabes viven con un miedo creciente a ser desalojados de la ciudad por las topadors y los asentamientos del actual gobierno, o que otro colono mesiánico decida vaciar el cargador de su metralleta contra alguna multitud. Jerusalén no es sólo la cuna de tres grandes religiones, sino también de un fanatismo que linda con la demencia.
  El psiquiatra Jordan Scher afirma que muchos desequilibrados acuden a Tierra Santa en busca de la atmósfera  espiritual que se respira, particularmente en la Ciudad Vieja. "Jerusalén está invadida por mesías, los que vienen a encontrarlo, o a esperarlo. Muchos jóvenes judíos buscan en las yeshivot (escuelas rabínicas) la forma de canalizar sus impulsos religiosos". El doctor Scher señala que, una vez aceptados, algunos son expulsados cuando se descubre que están desequilibrados; a otros se les niega la admisión desde un primer momento. Muchos de ellos terminan convirtiendo el Muro de los Lamentos en su santuario personal. Allí cada uno desarrolla su propia manera de expresar esa repentina borrachera de santidad.
  --¨Un psiquiatra no podría hacer nada para resolver los problemas de esta ciudad”, afirma el irreverente y reverenciado Yehuda Amichai, considerado ‘el poeta de Jerusalen” y uno de los intelectuales que acompañaron al asesinado premier Yitzhak Rabin a a recibir el Nóbel de la Paz: “Se podría decir que esta ciudad es un manicomio abierto, aunque su mérito consiste en no haberse convertido en un museo. Es celestial y terrenal al mismo tiempo y eso es lo que la sostiene. ¿En qué otro lugar del mundo se ven judíos vestidos como rusos del siglo XIX, árabes vestidos como árabes y gente con ropas modernas, todo al mismo tiempo?´.
   Más que ciudad eterna, es una ciudad de conflictos eternos. En su poema “Jerusalén está llena de judíos usados’, Amichai habla de la locura de Jerusalén:¿Qué  es lo que necesita Jerusalén? No necesita un alcalde, necesita un árbitro con un látigo en la mano, que pueda domesticar las profecías, entrenar a los profetas para que troten en círculo, enseñar a las piedras a que se aliñen para el riesgoso número final, porque luego saltarán nuevamente al compás de los aplausos y las guerras´. Para Yehuda Amichai, uno de los problemas que impiden el avance de la paz, es que el pasado siempre tironea a los israelíes hacia atrás. En ¨Cantos de continuidad´, Amichai escribe “Aquí la gente vive dentro de profecías que se transforman en realidad, como dentro de una nube que no se disipa después de una explosión.
UNA CIUDAD DIVIDIDA
   El primero en identificar el síndrome de Jerusalén fue el doctor Yair Bar-El, un argentino que emigró a israel y se desempeñó hasta hace poco como director del hospital psiquiatrico de Kfar Shaul y actualmente es psiquiatra de distrito en el Ministerio de Salud. El doctor Bar-El (cuyo apellido en hebreo quiere decir "Hijo de Dios") examinó a 470 turistas declarados temporalmente dementes, que fueron atendidos en Kfar Shaul entre 1979 y 1993 y extrajo algunas conclusiones fascinantes. De los 470 turistas del mundo entero que estuvieron internados allí, el 66 por ciento eran judíos, 33 por ciento cristianos y el 1 por ciento no tenía una fé religiosa.
 "No sólo los turistas manifiestan en comportamiento característico del síndrome de Jerusalén" -advierte el doctor Bar-El-, "también los residentes pueden verse afectados de modo transitorio o permanente". Todos aquellos que insisten en la retórica sobre «un Jerusalén indivisible» deberían abrir los ojos y ver que la ciudad de Jerusalén es, de hecho, una ciudad dividida, dolorosamente dividida. “Quizá pueda llegar a unirse, incluso integrarse. Pero quien desee ver un Jerusalén unido debería aceptar el hecho de que nadie vive solo en Jerusalén”, afirma el escritor israelí Amos Oz al tiempo que senala que la polémica decisión del premier Benjamín Netanyahu de construir el asentamiento de Har Homa en Jerusalén oriental “responde a una lógica de conflicto basada en la política de los hechos consumados”.
   El doctor Bar-El divide a sus pacientes en dos grandes categorías: los que tenían antecedentes psiquiátricos y los que carecían de ellos. Un subgrupo identificado por el psiquiatra constaba de 42 personas que nunca había tenido problemas psiquiátricos.  De los 42 que no tenían antecedentes psiquiátricos, 40 eran protestantes de familias americanas medias, lectores de la Biblia estrictos y devotos. Bar-El consultó a varios teólogos para tratar de averiguar porqué los protestantes eran más propensos que los católicos al Síndrome de jerusalén.
  --"Encontré tres probables razones: los protestantes dirigen sus plegarias a un Ser insondable y, en cambio, los católicos cuentan con la intercesión del sacerdote, un intermediario tangible. La segunda razón es que en el protestantsimo, Jesús es la figura religiosa suprema, en tanto que los católicos tienen también la Vírgen María y muchos santos, con quienes se pueden identificar. Por último, los protestantes, a diferencia de los católicos, los cristianos orientales y los musulmanes, tienen muy poco éxtasis religioso incorporado en sus rituales, con escasas ocasiones de fervor espiritual, que indudablemente es uno de los componentes necesarios de la experiencia religiosa". Para el psiquiatra, "también el judaísmo brinda más ocasiones de experimentar fervor religioso, con la multitud de ritos, preceptos y costumbres que se deben cumplir según marca la tradición".
  A los cuatro o cinco días en Kfar Shaul los pacientes responden al tratamiento y por lo general se sienten avergonzados. Lo recuerdan todo, pero no hablan demasiado. "Me siento como un payaso", dicen sin lograr explicar porqué se les dio por sumergirse en un estanque en el parque o cantar aleluyas encaramados en las murallas de la Ciudad Vieja.
 
RECUADRO A1
 
CASOS
     -- James es un maníaco depresivo de Nueva Zelandia que cada vez que entra en crísis viaja a israel a matar a su yerno porque cree que ha violado a su hija . Cuando se le pasa, comprende que sólo se ha casado con ella.
 
   --"Dios me ha ordenado cuidar a todos los ciegos", gritaba un ex-oficial de la Fuerza aérea norteamericana que totalmente desnudo corría por la Ciudad Vieja blandiendo una espada comprada en una tienda para turistas.
 
   --Moshe tiene una frondosa y enmarañada barba gris y está completamente vestido de blanco. "Welcome America", le grita a cada grupo de turistas que llega al Muro de los Lamentos. De pronto eleva la mirada al cielo, abre los brazos y canta una oración por las lluvias. A veces, cuando su voz interior se lo manda, se sube al techo de las oficinas del rabinato para vociferar una oración y más de un turista incauto ha creído que era Dios quien le estaba hablando. 
 
   --Un enjuto judío ortodoxo vestido de negro con ropas del siglo XVIII, va y viene en la oscuridad junto a las puertas que conducen al Muro, recitado salmos y mesándose la barba morena mientras se esfuerza por alcanzar el éxtasis. Llega Yihia el yemenita, que prefiere el atuendo de sus antepasados, turbante, chilaba y sandalias. Yihia solía acampar en las ruinas del hospicio alemán, justo encima del Muro, pero la policía lo expulsó. Yihia reparte bendiciones a quien las quiere y a quien no. Con marcado acento yemenita, recita la bendición de Abraham, Isaac y Jacob colocando su mano sobre la cabeza de los bendecidos. Recita rápido y seguido hasta que descubre a alguien más necesitado de sus plegarias.
 
  --Amnon vaga por la Ciudad Vieja vestido con un traje gris, corbata y sombrero. Se pasa horas enteras sin hacer nada, con la vista fija en el Monte del Templo. Está alerta día y noche, verano e invierno. ¿Estará esperando al Mesías o haciendo penitencia?. Nadie lo sabe, nadie habla nunca con este centinela mudo dedicado a una misión silenciosa que sólo él conoce.
 
  --Miriam lleva envuelto el pelo en una pañoleta. Llega al Muro a horas irregulares, empujando un cochecito de bebé con uno o dos niños. Viene a fregar el piso de la explanada del Muro con un trapo de cocina, y ordena a las mujeres que están rezando que se aparten para poder lavar el suelo. La mayoría de los visitantes creen que ese es su empleo y sienten lástima por la pobre fregona que tiene que trabajar tan duro en plena noche.
 
RECUADRO A2
EXORCISTAS PALESTINOS
   (Por W.G., desde Jerusalén) En la Franja de Gaza se está registrando una epidemia de "gin" -demonios que en la tradición musulmana son capaces de entrar en un ser humano causando disturbios físicos o psíquicos, hasta producir fenómenos similares a la posesión diabólica- que está afectando a un número creciente de personas de todas las capas sociales. La existencia de esta epidemia se refleja en la increíble proliferación de santones, curanderos y exorcistas árabes que afirman ser capaces de expulsar a los "gin" de los cuerpos "ocupados", a cambio de importantes sumas de dinero. Entre estos, el más conocido en Gaza es el jeque Ziyad Al'Tatar, de 40 años - tupida barba canosa enmarcando un rostro juvenil- que recibe a decenas de pacientes al día en su consultorio, conocido como "la clínica del Corán".
  Los pacientes se acuestan en camillas y el curandero les hace escuchar versos del Corán por medio de auriculares. El jeque pregunta al paciente cuál es su problema y, como casi siempre identifica la causa con la presencia de un "gin", amenaza al demonio con un exorcismo: "en nombre de Alá, sal de este cuerpo o te quemaré con las palabras del Corán". Si la advertencia no basta y el "gin" no quiere salir, Al-Tatar apalea al paciente, un método que casi siempre surte el efecto deseado.
  Para muchos psicólogos y sociólogos estos fenómenos están vinculados con la sensación de difusa insatisfacción que experimenta la población palestina ante el incumplimento de las promesas e ilusiones de prosperidad económica que trajo consigo el inicio de la autonomía. 
 
 
RECUADRO A3
EXORCISTAS ISRAELIES
  (Por W.G., desde Jerusalén) La subterránea inquietud que recorre la Tierra Santa parece estar provocándo una ola de interés en el misticismo y el esoterismo. Los colonos israelíes practican meditación, los palestinos recurren a santones y curanderos, mientras que en las librerías de Tel Aviv tras 90 años de olvido ha vuelto a aparecer el libro del exorcista Ben-Zion Mordejai, en el que se relatan las vicisitudes de un difícil caso del que fue protagonista. En el tórrido agosto de 1903, una mujer daba señales de sufrimiento que dejaban boquiabiertos a los médicos de jerusalén. Ni siquiera el incienso lograba aplacar la agitación de la mujer, de manera que se corrió el rumor que estaba poseída por un demonio. Se recurió a hazan, quien pese a sus 26 años era considerado uno de los mejores exorcistas de Jerusalén. Hazan descubrió que en la mujer existía un espíritu llamado Yihia ben Abraham, que era el alma en pena de un orfebre yemenita, muerto en el desierto y que había quedado sin enterrar. después de haber vagado por otros cuerpos, había entrado en el cuerpo de la mujer.  Diez pálidos rabinos asistiéron al despiadado duelo entre el exorcista y la poseída que se prolongó durante varias sesiones. Tras sufrir convulsiones y un desmayo, la mujer se despertó convencida de que le habían cortado un dedo del pie. "Cuanto más gritaba, más me felicitaba a mí mismo", concluye el exorcista. "Era evidente que el espíritu había salido por aquel dedo".  
   Recientemente, una patrulla policial israelí enlalocalida de Kfar Saba fue atacada por un individuo de Ghana que proclamaba ser un profeta. Tras explicar que había sido embrujado por una secta vudú, el hombre rogó a los policías que le dispararan para probar su teoría. El profeta Steve Tata Peponsa, hizo su aparición cuando la policía procediía a detener a un conductor que luego de haber cometido una infracción de tránsito, se negaba a presentar la documentación personal y del vehículo. Tras proclamar que todos los hombres son iguales, el profeta exigió que los policías liberaran al detenido. Como no podía ser de otra manera el profeta y su primer acólito fueron a dar con sus huesos a la cárcel. Allí se quitó toda la ropa y se acostó en el piso helado mientras amenazaba con embrujar a cualquiera que lo molestase. Por la mañana, los otros presos descubrieron que Tata Peponsa había roto un colchón y con la estopa estaba haciendo muñecos vudú de los policías que lo habían arrestado.

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