Si el mérito de la novela negra es el de desentrañar a partir del relato nostálgico de una muerte, el enigma de la violencia y la corrupción de las relaciones capitalistas, el asesinato del entonces primer ministro Olof Palme, uno de los políticos más respetados a nivel mundial y el artífice del bienestar que caracterizó a la Suecia de la posguerra está ferozmente entrelazado con la decadencia de toda una sociedad:
Walter Goobar
Nunca imaginó que el guión de su muerte parecería haber sido escrito por un desconocido autor de policiales de la serie negra. Los dos disparos de Magnum calibre 357 que le atravesaron el pecho esa helada noche del 28 de febrero de 1986 a la salida de un cine tampoco le dieron tiempo para ironías: Murió instantáneamente. El asesino escapó corriendo por un callejón que lleva el premonitorio nombre de calle del túnel.
Si el mérito de la novela negra es el de desentrañar a partir del relato nostálgico de una muerte, el enigma de la violencia y la corrupción de las relaciones capitalistas, el asesinato del entonces primer ministro Olof Palme, uno de los políticos más respetados a nivel mundial y el artífice del bienestar que caracterizó a la Suecia de la posguerra está ferozmente entrelazado con la decadencia de toda una sociedad:
La policía, que hasta ese momento tenía fama de eficáz, demoró seis minutos para llegar al escenario del crímen y la zona fue tan deficientemente acordonada que fueron dos ocasionales transeuntes los que encontraron las dos cápsulas servidas. El arma homicida nunca fue hallada y la deficiente investigación posterior solo ha servido para alimentar sospechas de una conspiración.
Desde entonces dos jefes de policía, un fiscal y un ministro de justicia han perdido sus puestos. Dos criminales con frondoso prontuario, Viktor Gunnarsson y Christer Petterson han sido sucesivamente acusados, procesados y condenados pero más tarde fueron absueltos por falta de pruebas e inclusive cobraron jugosas indemnizaciones del Estado. Como en las novelas de Chandler, el dinero es el que define la moral: En Suecia, nadie se ha hecho aún acreedor a la recompensa de más de ocho millones de dólares
Hans Holmer, el fracasado jefe de policía que condujo la primera investigación se ha convertido luego en escritor de un bestseller titulado "Han matado a Palme" en el que sostiene, sin aportar evidencias condundentes, que un pequeño grupo marxista, el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK) consumó el magnicidio.
Diversos investigadores, entre ellos el del comisario Gösta Söderström que fue el primero en llegar a la escena del crímen, apuntan sus sospechas hacia el descontento de ciertos sectores policiales de ultraderecha que consideraban que Palme inclinaba su política demasiado a la izquierda y nunca actuó con severidad ante las repetidas incursiones de submarinos soviéticos en aguas territoriales suecas. De allí se desprenden nuevas pistas que conducen hasta la Operación Galdio, como se denominó la supersecreta red montada por la OTAN para defender a Europa de una hipotética invasión soviética.
Otros, vinculan el magnicido con el escándalo de la fábrica sueca de armas Bofors, integrante de un cartel europeo de traficantes que aprovisionaba de material bélico a Irán e Irak al mismo tiempo que Palme intentaba una mediación.
Junto con aquel asesino que desapareció en la calle del tunel, toda la sociedad sueca entró por un camino sin retorno: Tras la muerte de Palme, Suecia no solo enterró la política de neutralidad sino que sepultó el modelo de bienestar que la hizo célebre en el mundo. Este mes el gobierno conservador sueco inicia las negociaciones para el definitivo ingreso en la Comunidad Económica Europea, algo tan impensable en la Suecia de Palme como la actual ola de desocupación, la quita de beneficios sociales y el cierre de fábricas que antes eran la base de su economía.
A siete años de su muerte, Olof Palme solo interesa a la veintena de sabuesos para los que este caso es uno más entre los 35 crímenes ocurridos en 1986 que aún no han sido aclarados.
Página 12
1991