"Yo no vislumbro una solución diplomática al diferendo y, mucho menos, una resolución militar al conflicto porque la Argentina, obviamente, no tiene la fuerza necesaria en dicho terreno. Claro, Buenos Aires, con la guerra de 1982", dice el politólogo brasileño Luiz Alberto Moniz Bandeira
Walter Goobar
El brasileño Luiz Alberto Moniz Bandeira es reconocido hoy como uno de los mayores historiadores sudamericanos. Es doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de San Pablo. Fue profesor de política exterior en la Universidad de Brasilia y consejero del ex presidente Joao Goulart y del ex gobernador Leonel Brizola, con quien fundó el Partido Democrático Trabalhista. Estuvo preso en los ’60 y ’70 durante la última dictadura.
–¿Cómo observa el actual estado de la Cuestión Malvinas?
–Yo no vislumbro una solución diplomática al diferendo y, mucho menos, una resolución militar al conflicto porque la Argentina, obviamente, no tiene la fuerza necesaria en dicho terreno. Claro, Buenos Aires, con la guerra de 1982, cerró una gran puerta para hallar una salida mediante el diálogo bilateral con Londres. Incluso, ahora, el factor petrolero incide negativamente porque Inglaterra tiene en el Atlántico Sur una fuente de abastecimiento de crudo tan importante como la que posee en sus yacimientos del Mar del Norte.
Igualmente –y esta mirada la aporto más como cientista político que ciudadano de a pie–, podría existir algún tipo de conciliación en el futuro pero, específicamente, sobre el reparto de la renta petrolera. Además, claro, algún gran corrimiento en el balance de poder global alteraría el cuadro político que estoy analizando.
–Pero, a nivel regional, una potencia como Brasil ha manifestado una clara preocupación por la militarización y nuclearización del Atlántico Sur. ¿Eso no incide?
–Sí, pero Brasil no sólo mira a Inglaterra. El gobierno de mi país observa con mucha preocupación el desplazamiento de la IV Flota del Pentágono en el litoral atlántico o la instalación de bases militares norteamericanas en Colombia. Pero, evidentemente, con la presencia militar de Londres en Malvinas se está realizando una violación del derecho internacional y eso, un gobierno soberano como el de Dilma Rousseff, no puede pasarlo por alto.
–¿Usted considera que la política del Reino Unido hacia Malvinas se halla desligada o, por el contrario, está estrechamente vinculada con los intereses de los Estados Unidos?
–La política de Londres está perfectamente vinculada con la visión de Washington. No sólo en Malvinas. Durante los últimos años, la política exterior del Reino Unido y la de los Estados Unidos son concordantes. Sin embargo, durante la guerra de 1982, sus Cancillerías tenían algunas diferencias y la dictadura de Galtieri pensó, erróneamente, que como Argentina aplicaba un fuerte realismo periférico y relaciones carnales con los EE.UU., la principal potencia planetaria terminaría apoyando la posición de Buenos Aires. Pero no podía precipitarse ese desenlace porque, en última instancia, EE.UU. e Inglaterra eran grandes socios políticos y tenían fuertes compromisos políticos; incluso, a inicios de los ochenta.
–Entonces, usted no cree la palabra de Hillary Clinton (secretaria de Estado norteamericana) cuando advierte que Argentina e Inglaterra deben hallar una solución negociada.
–No es cuestión de fe, sino, repito, de factibilidad. Es muy poco realista que ambos países encuentren una salida negociada a la Cuestión Malvinas, y menos que el Reino Unido realice una cesión de soberanía en desmedro de los isleños. Argentina e Inglaterra sólo pueden encontrar algún denominador común en la potestad de los activos petrolíferos.
Miradas al Sur
2012-04-05