Los periodistas Daniel Santoro, del diario Clarín, y Guillermo Lobo, del canal TN, son investigados por Estados Unidos
Walter Goobar
Un resonante caso de espionaje internacional desbaratado en EE.UU. en junio de 2010, que haría las delicias de John Le Carré porque conserva el aura y la pátina de la Guerra Fría, tiene una inesperada derivación en la Argentina donde la embajada de EE.UU. le habría cancelado la visa a dos periodistas del Grupo Clarín: Daniel Santoro y Guillermo Lobo, bajo sospechas de integrar una red internacional de espías. En diálogo con Miradas al Sur, Santoro –ganador de numerosos premios como el Rey de España y el María Moors Cabot de la Universidad de Columbia–, se negó a confirmar o desmentir si el Departamento de Estado le ha prohibido el ingreso a su territorio.
Todo comenzó con una investigación en torno de una serie de pinchaduras de mails y teléfonos de la que fueron víctimas miembros de la Corte Suprema, políticos y personalidades. La causa –que actualmente se tramita en el juzgado de San Isidro a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado–, estableció que Iván Velázquez –un hacker prófugo en el Uruguay– fue el responsable de ese espionaje, pero que Velázquez también podría haber trabajado para un servicio de inteligencia extranjero, el de Rusia más precisamente, para inmiscuirse en los correos electrónicos de diplomáticos norteamericanos y otras personalidades cuyas comunicaciones privadas se hicieron públicas a través de Wikileaks. En esa causa ya están citados a prestar declaración el periodista de La Nación Carlos Pagni, el ex titular de la Side Juan Bautista Tata Yofre, y el director de Seprin, Héctor Alderete, entre otros.
Lo que llamó la atención de los investigadores norteamericanos –que en junio de 2010 pusieron fin a lo que en su momento fue calificado como el caso de espionaje más grande y espectacular que Rusia llevó a cabo contra Estados Unidos desde el fin de la Guerra Fría– fueron los contactos entre Iván Velázquez y el periodista del diario Clarín Daniel Santoro y su colega de TN Guillermo Lobo.
Los diez agentes rusos comparecieron frente a un tribunal estadounidense bajo un cargo menor que el de espionaje. Es por eso que al poco tiempo hubo un “intercambio” en la pista del aeropuerto de Viena. Sin embargo, como coletazo de este caso, el FBI y el Departamento de Estado decidieron investigar las actividades de los dos periodistas argentinos.
Un mes después de que fue desarticulada la red rusa en EE.UU., Lobo fue sometido en agosto del 2010 a un extenso interrogatorio por parte de autoridades estadounidenses cuando quiso ingresar a ese país. El caso también produjo el desplazamiento de una funcionaria de la embajada estadounidense que mantenía estrechísimos vinculos con Clarín a traves de Lobo, y de “excelentísima” relación con uno de los Saguier, dueños de La Nación.
El autor de esta nota se comunicó con Santoro, quien a lo largo de un extenso diálogo telefónico se negó a confirmar o desmentir si su visa estadounidense ha sido cancelada
–Por consejo de mis abogados no voy a hacer ningún comentario. Todo esto es una campaña en mi contra montada por los servicios de inteligencia para desprestigiarme. Esa información sólo puede provenir de los servicios de inteligencia.
–Cualquier operación en su contra se desmoronaría con que usted me dijera que tiene la visa al día y que puede viajar a EE.UU. cuando quiera.
–La cuestión de las visas es un tema confidencial. Y esa información se publicó en varios portales sin que nadie me llamara para un comentario.
–Yo sólo puedo responder por mi trabajo. Y lo estoy llamando justamente para que haga su descargo.
–Es que esa información sólo puede provenir de los servicios de inteligencia. Yo respeto tu trabajo y tu trayectoria, y no puedo creer que te prestes a esta maniobra y uses como fuente una información de inteligencia. ¿Vos creés que yo puedo formar parte de una red de espías rusos?
–Yo no le estoy preguntando por el espionaje ruso, sino por su visa. Tiene muchos años en este oficio y a nadie se le hubiera ocurrido desmentir su investigación sobre el tráfico de armas a Croacia con el argumento que la información provenía de algún servicio de inteligencia. En lo que a este caso se refiere, yo tampoco me baso en fuentes de inteligencia, sino que he corroborado la información con fuentes diplomáticas y judiciales.
–¿Qué fuentes?
-Obviamente no las puedo nombrar. Pero toda esta nota perdería su sentido si usted pudiera decirme que puede viajar a EE.UU. cuando le venga en gana. Además, me llama la atención que si le han quitado la visa de manera injusta, no haga una denuncia pública, porque sería un atentado contra la libertad de expresión y de ejercicio del periodismo.
–Ya te he dicho todo lo que te podía decir.
Santoro es investigado por el FBI porque según los agentes estadounidenses, a mediados de 2003 el ex juez federal Juan José Galeano les permitió a los periodistas del equipo de investigación del diario Clarín –que Santoro comanda– tener acceso al informe secreto de la causa Amia que había sido elaborado por la Side y sobre el cual debía guardar estrictas medidas de reserva. Según el mismo informe del FBI, Santoro y otro periodista del equipo, digitalizaron el documento en forma completa.
Luego de este trabajo, el archivo digital correspondiente fue entregado a otro periodista del mismo multimedios. Unos días más tarde, en agosto de 2003, el periodista Guillermo Lobo habría viajado a Europa para entregar el material a los espías rusos, quienes, a su vez, habrían procedido a hacerlo llegar a su destinatario final: el gobierno de Irán, seriamente involucrado en el atentado a la mutual judía.
Para los iraníes acceder a ese documento secreto era cuestión de vida o muerte en esos días, porque el ex embajador de Teherán en Argentina, Hadi Soleymanpour, se encontraba detenido en Londres, acusado de haber participado en el atentado y Buenos Aires reclamaba su extradición a la Argentina. Pero la requisitoria finalmente le fue denegada por las autoridades británicas. En definitiva, Santoro es investigado por los norteamericanos por haberles entregado información sensible sobre la causa Amia a los iraníes.
Una fuente diplomática –que pidió reserva de identidad– confió a Miradas al Sur que ambos periodistas recibieron llamados telefónicos de la embajada estadounidense indicando que debían pasar por la sede consular para cancelar sus visas. Ambos se resisten a hacerlo, porque saben que cuando se trata de un procedimiento normal, los norteamericanos estampan un sello que reza “Cancelada sin perjuico”. Pero en sus casos lo más probable es que le coloquen otra, más lacónica, que reza simplemente “Cancelada” y que no sólo les impedirá viajar a los EE.UU., sino también les ocasionará problemas en todos los aeropuertos del mundo ya que ese sello se aplica a personas sospechadas de conexiones con el narcotráfico, el terrorismo o el espionaje. Otra fuente confió a este diario que Santoro –que guardó un curioso silencio frente a lo que podría ser considerado un ataque a la libertad de prensa–, está utilizando diversos canales de influencia para que la medida sea revertida.
Una fuente judicial argentina que de manera informal buscó una confirmación o una desmentida por parte de la embajada de EE.UU. recibió una respuesta más que elocuente. En lugar del clásico “No coment”, el funcionario judicial recibió una detallada explicación sobre la forma en que debía realizar el requerimiento de manera formal y ante qué agencias de la administración debía hacerlo, como así también la argumentación que debía invocar para que el pedido fuera tramitado de manera positiva. “Salí de allí convencido de que algo hay”, dijo a Miradas al Sur el representante de la Justicia argentina.
Lobo se recibió de locutor en el Iser en 1993, año en el que ingresó al staff de TN para dedicarse al análisis y tratamiento de temas científicos, muchas veces ligados a la salud. En ese mismo año comenzó a conducir el programa TN Ciencia. Según la investigación del FBI, esa cercanía al ámbito científico favorecía el contacto de Lobo con algunos rusos vinculados al espionaje.
En abril de 2005, Lobo viajó con su familia a España. Allí cambió de pasaporte para viajar a Moscú. Al término de su estadía moscovita, regresó a Madrid con pasaporte español para reunirse con su hija y volar –ya con identidad propia– a Buenos Aires.
Desde entonces los agentes norteamericanos siguen las actividades de Santoro y Lobo.
Miradas al Sur
06-05-2012