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Las invisibles redes del Kremlin

El ex viceministro de Defensa peruano Fabián Novak Talavera se enteró, a mediados de marzo pasado, que la cancelación de su visa a los Estados Unidos se debía a que sobre él pesan cargos de tener vínculos con la mayor red de espías rusos desarticulada en Estados Unidos y que –según el FBI– podría tener ramificaciones en América latina. Los motivos esgrimidos por EEUU son los mismos que determinaron la revocación del permiso de ingresar a EE.UU. para los periodistas Daniel Santoro y Guillermo Lobo.

Walter Goobar
Una irreprimible indignación sintió el jurista y ex viceministro de Defensa peruano Fabián Novak Talavera al enterarse, a mediados de marzo pasado, que la cancelación de su visa a los Estados Unidos se debía a que sobre él pesan cargos de tener vínculos con la mayor red de espías rusos desarticulada en Estados Unidos en junio de 2010 y que –según el FBI– podría tener ramificaciones en América latina. Los motivos esgrimidos por Washington para la cancelación de la visa de Novak aparentemente son los mismos que determinaron la revocación del permiso de ingresar a EE.UU. para los periodistas Daniel Santoro y Guillermo Lobo, presuntamente sospechados de haber entregado en 2003 a los servicios secretos rusos el informe sobre el atentado a la Amia, que éstos a su vez hicieron llegar a los principales acusados, los servicios de inteligencia iraníes.
A diferencia de Santoro y Lobo, que denunciaron que la noticia era parte de un complot en su contra urdido por la Secretaría de Inteligencia, Novak exigió a los funcionarios de la Embajada norteamericana en Lima las explicaciones del caso, ya que en primera instancia sólo fue notificado con una carta en donde le informaban que su visa de no-inmigrante ya no era válida y había sido revocada bajo la sección 214 (b) del Acta de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos de América.
Las sospechas del gobierno norteamericano sobre las vinculaciones del ex viceministro con esta red de espionaje ruso se centran en una agenda donde aparecía como contacto de la periodista Vicky Peláez, detenida en el 2010 junto a su esposo ruso y otros ocho espías en Nueva York. Otra de las presuntas pruebas son las reuniones que Novak sostuvo, entre los años 2001 y 2006, con los diplomáticos rusos Leonid Leonidov y Alexei Rybalko, primero y segundo secretario de la embajada rusa en Lima. El ex viceministro y actual docente de la Universidad Católica Pontificia del Perú admitió haberse reunido con los diplomáticos rusos pero con el solo fin de intercambiar ideas vinculadas a temas coyunturales de Latinoamérica.
“Espiar es esperar”, y tal vez por ese motivo el FBI sometió a los sospechosos a una prolongada vigilancia que se extendió a lo largo de una década y culminó en junio del 2010 con un cinematográfico canje de espías en el aeropuerto de Viena, en Austria. La acusación de 37 páginas, redactada por la agente del FBI Maria L. Ricci, abunda en asombrosos detalles sobre el modus operandi de la red que evocan los tiempos de la Guerra Fría. Ricci, de la División de Contrainteligencia de Nueva York, indica en su reporte que los rusos desplegaron una operación del SVR (sucesor de la KGB) que llamaban “Programa de Ilegales” para sembrar espías en los Estados Unidos. Los agentes rusos debían obtener información sobre la política en torno de Irán, la CIA, armas nucleares, el Congreso, ente otros temas, según la fiscal.
Gracias al documento del FBI –al que ha tenido acceso Miradas al Sur–, se puede entender qué hacen y para qué sirven los espías del Kremlin en el siglo XXI. Los detenidos formaban parte del SVR ruso, que los preparó para llevar una vida de “ilegales”. En la jerga del espionaje, los “ilegales” son los espías que van a otro país a vivir como si fueran nativos o nacionalizados. Se les crea un pasado, que se llama “leyenda”. Los “ilegales” son espías para toda la vida. Trabajan sobre todo en parejas, que pueden llegar a tener hijos para pasar más desapercibidos: “Esto refuerza la ‘leyenda’ de un ilegal”, según el FBI.
Algunas de las parejas que vivían ocultas en Estados Unidos habían llegado a principios de los ’90. En un mensaje interceptado de 2009 del “Centro” –la sede del SVR– a uno de los espías, dicen: “Fue enviado a Estados Unidos para un viaje de servicio a largo plazo. Su educación, sus cuentas bancarias, coche, casa, etc., todo esto tiene un solo objetivo: completar su misión principal, que es buscar y desarrollar lazos con círculos de decisión política americanos y enviar informes al Centro”.
Los espías debían estar siempre en busca de información, aunque no necesariamente vinculada a temas militares, sino de todo tipo.
Según el informe de la agente Ricci, el trabajo de un espía se parece en el fondo al de un periodista: buscar información.
Lo particular del caso es que los topos rusos no se especializaban en secretos militares sino en penetrar instituciones científicas, económicas y financieras.
El caso de la periodista peruana Vicky Peláez, columnista del diario La Prensa, de Nueva York, que integraba el grupo de agentes residentes rusos, ha llevado a los investigadores estadounidenses a concluir que el perfil de periodista resultaba la cobertura ideal para los agentes rusos.
La peruana Peláez –causante de la revocación de la visa del ex ministro y académico Fabian Novak–, condenada por una corte de Nueva York por espiar para la Federación Rusa en julio del 2010, afirma que jamás fue una agente rusa y que aceptó su culpabilidad solamente para obtener su libertad.
“Yo me enteré de la verdadera identidad de mi esposo (el falso fotógrafo uruguayo que resultó ser el ruso ‘Juan Lázaro’) dos horas antes de ser sentenciada, yo pude afrontarlo todo sin tener culpa de nada, quiero agradecerle a Rusia por haber respetado el acuerdo que teníamos para lograr sacar a su gente y también salir yo en libertad”, dijo la periodista, que ahora trabaja para la agencia rusa Ria-Novosti.
“Mi esposo es un hombre ejemplar, un buen padre. Yo sufrí un shock cuando me dijo que nunca me mencionó lo de ser espía para no herirme, y por mi seguridad en el Perú, después de esto reflexioné y terminé perdonándolo, porque tenemos hijos de por medio...”.
Sin embargo, el informe de la agente Ricci revela que el 14 de enero de 2000, en “un país sudamericano”, Peláez recibió de un representante ruso un paquete conteniendo dinero. En agosto del 2007, su marido Lázaro volvió a pasar por caja en igual circunstancia. El 25 de agosto de 2007 filmaron a Lázaro reuniéndose con un oficial del gobierno ruso en otro parque de un país sudamericano, en el que su interlocutor se muestra igualmente generoso.
A partir de la llegada al Kremlin del ex agente de la KGB Vladimir Putin, el espionaje ruso se ha tornado más agresivo, como lo demuestra un episodio que tuvo por escenario a la Argentina. El ciudadano ruso Alexey Ivanov, conocido como “Antares”, ingresó a la Argentina el 20 de junio del 2008 desde Colonia, Uruguay, bajo la identidad de Andrey Semenov, munido de un pasaporte diplomático ruso. El 19 de septiembre del mismo año cruzó a Chile por el paso fronterizo Cristo Redentor a bordo de un vehículo de representación diplomática rusa, acompañado por Sergei Chemendryakov y Sergei Degtev, ambos del servicio de inteligencia ruso. Degtev, para esa época, era el agente asignado al manejo de la red de ilegales que operaban en la Argentina. En Chile, el agente “Antares” (Ivanov/Semenov) había adoptado una identidad falsa chilena a nombre de Andrés Vilches Carvacho, utilizando como cobertura tareas laborales de “asesor en informática” y desde esa cobertura realizó varios viajes a los EE.UU. y Uruguay, pero por supuesto sin tocar territorio argentino. El 27 de junio de 2010, cuando se desbarató la red rusa en Nueva York, el falso Vilches Carvacho decide huir. El 28 de junio de 2010, Andrés Vilches Carvacho ingresó a la Argentina por el paso Cristo Redentor, dirigiéndose hacia Buenos Aires, comunicando al mismo tiempo a sus jefes que había abandonado sus tareas ilegales en la República de Chile y poniendo en una situación incómoda a los agentes rusos destacados en Buenos Aires que rápidamente, con el apoyo logístico de la red local, lo mantuvieron oculto en suelo argentino hasta que el servicio de inteligencia ruso arregló los detalles de su salida de la Argentina. Esos detalles incluían el suministro de un pasaporte diplomático ruso a nombre de Alexey Prigodin. El 11 de julio de 2010, Vilches Carvacho con su nueva identidad sale de la Argentina por el paso fronterizo de Colón-Paisandú con destino a Uruguay, acompañado por los diplomáticos rusos Degtev y Kazarin. Ya en Uruguay, los agentes rusos repiten el mismo procedimiento que en la Argentina, lo ocultan en el domicilio de un colega argentino, también experto en informática, quien tiene varias causas abiertas en los Tribunales Federales argentinos. Desde Uruguay, Ivanov canceló todas las deudas comerciales que habían quedado abiertas tras su huida para que la operación de infiltración no fuera descubierta.
Los contactos de los espías con el “Centro” ruso se hacían por dos métodos básicos. Primero, la estenografía, que consiste en esconder datos en imágenes que se colocaban en webs públicas. Los datos se encriptaban en las fotos con un software no disponible comercialmente. Segundo, los radiogramas, que son mensajes enviados en onda corta, que hay que descifrar con un código. Un modo más sofisticado lo usaron los dos espías que no fueron acusados de blanqueo. En una librería Barnes & Noble de Manhattan, la bella pelirroja Anna Chapman usaba el wi fi del local con su computadora portátil, sentada en un sofá. Fuera, con un maletín, se plantó durante veinte minutos el otro miembro del grupo. Se conectaron los aparatos y copió los datos en red.
De vez en cuando, los espías iban a Rusia. Para que no sospecharan, pasaban antes por un país europeo, donde cambiaban su documentación. En Estados Unidos, en el Reino Unido y en Alemania aparecen espías rusos. Y es que no sólo se han dedicado en este siglo XXI a recolectar información. En América latina, Vladimir Putin, utiliza su acercamiento al Cono Sur americano como claro mensaje de advertencia hacia Estados Unidos. Más aún, restringe el diámetro defensivo de Estados Unidos a la vez que amplía el propio.
Diario Miradas al Sur
20-05-2012

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