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Elogio de la islamofobia

Los mismos medios que han ignorado las movilizaciones y huelgas multitudinarias de los últimos meses en Egipto y Túnez iban a apuntar todos sus focos hacia esta nueva “explosión de fanatismo” demostrativa de la verdadera calidad de las sociedades musulmanas y del islam mismo, que permite resucitar la fenecida doctrina del Choque de las Civilizaciones.

Walter Goobar
Dos cines fueron incendiados y tres personas murieron este viernes en Pakistán, al iniciarse una jornada de protestas contra un vídeo panfletario producido en Estados Unidos que desató la ira del mundo musulmán, y azuzada más tarde por la publicación de caricaturas de Mahoma en Francia.
Más de 30 personas murieron en los últimos diez días en toda la región, en incidentes y atentados que apuntaban principalmente a Estados Unidos por la difusión en YouTube de extractos del video islamófobo La inocencia de los musulmanes. Pero Francia también decidió cerrar el viernes sus embajadas, consulados, centros culturales y escuelas en unos veinte países, por temor de ser tomada también como blanco debido a la publicación de caricaturas de Mahoma en la revista satírica francesa Charlie Hebdo.
Pareciera que a muy pocos les importa saber qué mano negra está detrás del video islamófobo. Sin embargo, el que lo hizo tenía perfectamente calculado cómo iba a reaccionar el “mundo musulmán” y cómo iban a actuar los medios de comunicación occidentales; sabía que la mayoría pacífica que lucha por cambiar sus condiciones de vida iba sentirse atacada en el corazón de su identidad cultural y que una minoría violenta iba a asaltar y quemar embajadas estadounidenses; y descontaba que los grandes medios electrónicos occidentales jamás se atreverían a hablar de “una ola intervencionista occidental recorriendo el mundo musulmán”. Los mismos medios que han ignorado las movilizaciones y huelgas multitudinarias de los últimos meses en Egipto y Túnez iban a apuntar todos sus focos hacia esta nueva “explosión de fanatismo” demostrativa de la verdadera calidad de las sociedades musulmanas y del islam mismo, que permite resucitar la fenecida doctrina del Choque de las Civilizaciones. Cuando el mundo árabe parecía rehabilitarse a nuestros ojos a través de esos levantamientos populares que reclamaban democracia y dignidad –y no sharia y teocracia–, los asaltos e incendios de embajadas “occidentales” nos devuelven a la realidad, restableciendo en el centro de la escena el peor islam y la peor islamofobia. ¿Quién se beneficia y quien se perjudica con esta operación calcada de cualquier manual de acción psicológica? ¿Por qué en estos momentos?
Los beneficiarios –sin dudas–, son todas las fuerzas reaccionarias de la zona, cómplices o rivales, en un momento en que se esboza toda una serie de cambios en el orden geoestratégico y en el orden local. Un reciente informe de la Comunidad de Inteligencia de EE.UU. demuestra que los intereses estadounidenses ya no coinciden con los del Estado de Israel y de alguna manera invita al gobierno a revisar su política de apoyo incondicional al Estado judío. Eso ocurre cuando los EE.UU., tras los levantamientos árabes, se han visto forzados a negociar en Túnez y Egipto con partidos islamistas muy complacientes desde el punto de vista económico, pero cuya política exterior cuestiona el statu quo en Medio Oriente. Un mundo árabe de nuevo ingobernable y violento, intolerante y fanático, efervescente de tensiones sectarias y radicalmente antiestadounidense –hasta el punto de asesinar a sus embajadores– pone en serios aprietos a Obama en vísperas de las elecciones y realza el papel de Israel como “única democracia” de la región y único socio fiable de Occidente. Si hay una fuerza interesada en impedir la democratización del mundo musulmán y en inducir respuestas identitarias y religiosas, preferiblemente violentas, es sin dudas el gobierno del aventurero premier israelí Benjamin Netanyahu. Y para ello cuenta, por supuesto, con la colaboración en EE.UU. de la derecha cristiana que trata de evitar la reelección de Obama.
Para el ex ministro de Defensa de Israel y actual líder del partido Kadima, Shaul Mofaz, el primer ministro Benjamin “Netanyahu pretende derrocar a Obama antes que al presidente iraní Mahmud Ahmadineyad”.
Los asaltos “salafistas” a las embajadas en El Cairo y Túnez han puesto en una situación difícil a Mohamed Mursi, en Egipto, y a Hamadi Jebali, en Túnez, obligados a reprimir por la fuerza protestas cuyo impulso comparten. La amenaza del “salafismo” como permanente fuente de inestabilidad en países sumergidos en procesos de cambio alimenta la demanda de orden y seguridad por parte de las minorías religiosas (los cristianos de Egipto y Siria, por ejemplo) y de las clases burguesas urbanas.
Finalmente, está esa vaga constelación que ahora llamamos “salafistas” y que asociamos a la vieja franquicia de Al Qaeda, superada por las revoluciones árabes, minoritaria y descolocada, pero a la que toda provocación identitaria y toda “sectarización” ofrecen una nueva oportunidad de repenetración en la zona.
Todavía son minoría, pero mientras subsistan los problemas endémicos que el mundo musulmán hereda de las dictaduras, Al Qaeda podrá encontrar y ampliar sus “nichos de mercado”. El llamamiento de Al Qaeda a la “unidad de los musulmanes”, revela que el interés “salafista” es idéntico al de las fuerzas reaccionarias rivales.
Diario Miradas al Sur
23 de septiembre de 2012

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