El periodista Jon Lee Anderson, un especialista en América latina que durante tres décadas ha cubierto los conflictos armados en todos los rincones del planeta, opina sobre las inminentes elecciones en su país y advierte que para Barack Obama esta región “ha sido relegada a un espacio secundario” y cree “que ha habido una oportunidad histórica perdida”.
Por Walter Goobar
Sin temor a exagerar, el estadounidense Jon Lee Anderson podría ser considerado el mejor cronista de guerra de estos tiempos. Ha estado en América latina, África, Asia y Medio Oriente. Es autor de una celebrada biografía del Che Guevara y de guerrillas, un libro sobre todos los movimientos insurgentes del mundo. Para sus crónicas y perfiles de personalidades que se publican en la revista norteamericana The New Yorker, recorre las zonas calientes que la Guerra Fría dejó abandonadas. Sus vibrantes retratos sobre Siria, Libia, Afganistán e Irak son las mejores piezas periodísticas que se han escrito sobre esas guerras.
Sin embargo, ni África, ni el Medio Oriente han conseguido mantener a Anderson alejado de América latina, una región a la que considera su continente adoptivo, “algo así como mi otro yo”.
–Como norteamericano y observador internacional –ya que reside en Londres–, quisiera conocer su opinión sobre las próximas elecciones estadounidenses.
–Ayer estuve viendo una transmisión desde los Estados Unidos donde se hablaba del acercamiento y la paridad en los sondeos de los dos candidatos, el presidente Obama y su rival republicano Mitt Romney. Y sobre Ohio, el estado clave, llamado “swing” porque pendula en sus preferencias entre los dos partidos. Esta será una de las elecciones más estrechas de los últimos tiempos, a tal punto que muchos analistas no se atreven a pronosticar un claro ganador. Vi un sondeo que daba tres puntos arriba para Romney sobre Obama pero antes también vi justamente lo contrario. Creo que vamos a estar en vilo hasta el último día.
Por supuesto hay muchas cosas en jaque. Tenemos un presidente como Obama que en los últimos cuatro años ha pasado de ser la última gran esperanza de la juventud, del cambio, después de ocho años de Bush. También había espectativas de que pusiera fin a las políticas bélicas que entregó la recesión. Obama es un hombre muy racionalista, muy pragmático, con poca emoción, que básicamente intentó mantener el buque a flote. En general, yo diría que entre sus seguidores, discípulos hay una suerte de lealtad desencantada. No hay una gran euforia alrededor de la figura de Obama sino una sensación entre demócratas que hay que seguir con este hombre porque su rival representa un conservadorismo de muy vieja escuela, promete recortes de la cuna social, un retroceso en todo lo que hizo Obama en el plan de salud nacional de seguros para la gente más necesitada y un hombre que ocupa posiciones con gran facilismo.
Y entre los conservadores se entiende muy bien quién es Romney. Se sabe que es un hombre que suena presidencial pero que ocupa las posiciones tanto del lado liberal como conservador a su antojo de acuerdo a lo que le puede sacar provecho. Obama, al contrario, es un hombre más consecuente pero ya no inspira gran emoción entre los votantes.
–¿Se atrevería a calificar a Obama como una suerte de rehén del complejo militar industrial o el capital financiero?
–Sería una aseveración bastante ideológica. No solemos hablar con esos términos en Estados Unidos. Somos un poco más flemáticos: Obama no ha sido un hombre que ha roto con los moldes del poderío tradicional norteamericano. Hay que recordar que es un abogado no un activista de los derechos humanos ni social de izquierda. Es un producto del sueño americano. Un demócrata en el sentido norteamericano de la palabra y no es un hombre que vaya a cambiar los pilares del poderío norteamericano. Ese poderío se veía más que nunca en jaque cuando el asumió el timón del buque del Estado. Creo que si hubiese actuado de manera más radical, rápidamente le habrían abandonado varios baluartes de ese poderío y habrían hecho de su mandato la vida más imposible de lo que le han hecho. A mí no me consta que quería cambiarlos pero si hacer algunas reformas dentro del panorama bastante tétrico en términos económicos e internacionales. Algunos lo pueden llamar un rehén y otros un seguidor del mismo plan pero con nociones reformistas.
–Recuerdo sus crónicas a finales de los ochenta sobre los escuadrones de la muerte en El Salvador y hay un vínculo entre el candidato Romney y esos escuadrones que ha sido poco cubierto por la prensa norteamericana. ¿Cómo cree que puede cambiar la relación de los Estados Unidos con respecto a América latina si gana uno u otro candidato?
–Es cierto que Romney ha sido vinculado con la derecha de América latina que ha tenido su ala de ultra derecha que ha implicado la muerte de personas y en los ochenta Romney estuvo vinculado con las esferas más ultraderechistas en la región. Pero este hombre es un empresario y se vinculará con quien crea que tenga que vincularse, como lo está haciendo en la campaña para asumir el poder.
En el momento de la campaña no hay que creerle a lo que dice ni a uno ni otro. Con América latina vimos en el último debate que Romney intentó marcar posición hablando del tema pero en términos de que hay que competir con China en materia de inversión básicamente. No era una declaración de un cambio de principio ni una nueva era de relaciones norteamericanas con sus primos latinos. Y aprovechar lo que no han aprovechado en el continente sur.
Obama, a mi juicio, ha sido una destrucción en términos de desaprovechar la oportunidad durante su mandato de cambiar la correlación de fuerza. Creo que tropezó muy temprano alrededor del golpe de Estado en Honduras, y lo que básicamente se notaba fue que Estados Unidos apoyaba un golpe contra el presidente democráticamente elegido. Y, a partir de entonces, no ha habido una política de mayor es consecuencias. Y eso para mí ha sido un desaliento personal. Asumo que no tiene que ver con un punto de vista filosófico por parte de él son ha sido por dejadez o demasiada crisis en el timonel de Estados Unidos. Realmente, América latina ha sido relegada a un espacio secundario y creo que ha habido una oportunidad histórica perdida.
Diario Miradas al Sur
28-OCT-2012