“Hay una ofensiva de la derecha en Perú que quiere capturar al gobierno del presidente Humala. Mi remoción como embajador en la Argentina forma parte de ese proceso que esparte de la campaña por el indulto para Alberto Fujimori”, dice el ex embajador del Perú en Buenos Aires, Nicolás Lynch poco antes de retornar a su país
Walter Goobar
“Hay una ofensiva de la derecha en Perú que quiere capturar al gobierno del presidente Humala. Mi remoción como embajador en la Argentina forma parte de ese proceso que esparte de la campaña por el indulto para Alberto Fujimori”, dice el ex embajador del Perú en Buenos Aires, Nicolás Lynch poco antes de retornar a su país. Cuando Ollanta Humala llegó al poder concitó mucho interés en el continente porque le puso fin al periodo neoliberal que encarnó Alan García. Al comienzo de su gestión nombró como embajador en Buenos Aires a Nicolás Lynch. Tenemos a Lynch en línea, hoy ex embajador.
–Aparentemente, el motivo del pedido de su renuncia tuvo que ver con un hecho menor y es el que usted aceptara una carta de los familiares de los presos senderistas reclamando una amnistía para el líder senderista Abimael Guzmán y otros miembros de ese grupo.
–Lo que ha sucedido es que el Grupo El comercio, un grupo de medios de comunicación masiva, encabezado por el diario El comercio, de circulación nacional en Perú, han construido una patraña mediática con el fin de sacarme de la embajada de Perú en Argentina. El motivo inmediato ha sido buscar un expediente que cause escándalo rápido como es haber recibido a estos señores de la Movadef, Movimiento por amnistía y derechos fundamentales, que es un organismo de fachada del grupo Sendero Luminoso, conocido por sus actividades en el Perú en los ochenta y hasta mediados de los noventa. Un grupo de carácter terrorista que en su accionar mató a ciudadanos inocentes tanto a militantes de la izquierda peruana, de la Izquierda Unida, donde yo militaba. Un grupo repudiado por toda la sociedad peruana.
Ahora quieren registrarse como partido político y han creado esta organización. En el momento en que yo recibí esta carta en la embajada peruana, 10 meses atrás, el 17 de enero de 2012, esta gente estaba en la lucha por su legalización. Finalmente, fue denegado por el jurado nacional de elecciones porque ellos siguen reivindicando las acciones armadas de los ochenta. De acuerdo a nuestra ley de partidos nadie que reivindique o promueva la lucha armada puede ser partido político porque sería un suicido para la democracia. Yo he escrito reiteradamente a favor de esta prohibición y también en contra de que se le reconozca como partido.
–Concretamente, ¿cómo procedió?
–Lo que hice fue recibir la carta pero me negué a entablar diálogo con ellos porque los conozco de la política peruana. Inmediatamente, remití al Perú tanto el material que se me entregó como una nota informativa al respecto. Luego se han acercado a la embajada grupos ambientalistas para protestar contra la represión en Cajamarca contra el proyecto Conga y algunas otras organizaciones que protestan por diversas causas. A todas las he recibido. Las que no están en cursa en acciones violentas he conversado con ellas.
Sin embargo, el grupo El Comercio saca esta nota la semana pasada, en su edición digital señalando que yo era cómplice del Movadef por el hecho de haber recibido la carta.
–¿El canciller Rafael Roncagliolo no lo apoyó?
–Lamentablemente no me apoyó.
–En ese sentido, daría la impresión que hay un acercamiento entre Humala y la bancada del fujimorismo porque, entre otras cosas, está de por medio la amnistía de Alberto Fujimori, que estaba cumpliendo una condena. En ese contexto es que se produce esta suerte de intentar apartar a aquellos independientes –como usted– que desde la izquierda apoyaron a Ollanta Humala para llegar al poder. ¿Me equivoco?
–Hay una ofensiva de la derecha en Perú que quiere capturar al gobierno del presidente Humala. Este es último hecho pero está la campaña por el indulto para Alberto Fujimori. Una locura que se está desarrollando con cierto espacio en Perú. Hay una campaña revocatoria también por la alcaldesa izquierdista de Lima, la señora Susana Villarán. Hay otra patraña construida contra el congresista Javier Diez Canseco, un hombre conocido como incorruptible en la política peruana de los últimos cuarenta años, que quieren desalojarlo de su banca parlamentaria.
–Esta ofensiva, ¿es parte de una estrategia mayor?
–Hay un conjunto de hechos que tiene dos objetivos. El primero es general y tiene como objetivo desalojar a todo izquierdista, que haya sido o piense serlo en el futuro, de puestos del Estado y la representación política. Segundo, en el caso concreto de la política exterior, que es lo que me atañe a mi persona, debilitar las relaciones con la Argentina porque la derecha peruana se opone al impulso que le hemos dado desde Buenos Aires a la relación con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Además, también debilitar la relación de Perú con la Unasur porque aquí también hay dos planteamientos de organización hemisférica: el arco del pacífico y su relación directa con los Estados Unidos o la construcción de bloque regional y soberano para encontrar un lugar en este planeta por parte de los países de América del Sur. Esas dos tareas que medio el presidente Humala cuando vine a la Argentina son las que están en el objetivo de la derecha peruana para terminarlas como el reajuste de la política exterior que intentaba Humala. Ese es el fondo de mi salida de la embajada. Lo otro es un escándalo menor que simplemente se ha usado por su repercusión mediática.
Miradas al Sur
18-NOV-2012